MAREA: ¡ELLOS MANDAN!

Palacio de los Deportes Bilbao Arena, Bilbao

El verbo ‘poder’ siempre ha tenido cierto matiz de probabilidad, algo no seguro y por tanto situado en las antípodas de las leyes de obligado cumplimiento. Según el diccionario de la RAE, se recoge en su quinta acepción como verbo intransitivo la definición de ‘ser contingente o posible que suceda algo’ y añaden a continuación el ejemplo aclaratorio ‘puede que llueva mañana’ para disipar dudas.

Valga esta aclaración preliminar para expresar la estupefacción que nos embargó al conocer que habría que salir sí o sí al exterior a dejar la cámara tras las cuatro primeras canciones después de que el mail de acreditación dijera textualmente que los fotógrafos ‘podrán salir a guardar su equipo, y si lo desean, pueden volver a entrar en el recinto con su acreditación’. Una norma que quizás reporte ventajas a los que trabajan en agencias de noticias o periódicos de información general que acuden con similar entusiasmo a un concierto de rock que a uno de la Pantoja, pero que para los que aparte de tirar fotos luego escribimos crónicas supone un engorro de mucho cuidado, y más en un sitio con ‘tantas’ facilidades para aparcar como el barrio de Miribilla.

Porque esa es otra, vista la tremenda muchedumbre que se acercó hasta allí, no habría sido descabellado imaginarse el bolo en el BEC de Barakaldo, de mejor acceso, mayor capacidad y encima al lado de una boca de metro. El recién estrenado Bilbao Arena para partidos de baloncesto igual vale, pero para eventos multitudinarios me entran serias dudas. Lo cual no quita para reconocer que en cuanto a sonido y organización interna el recinto cumple de sobra las condiciones mínimas, pese a estar bastante alejado del centro de la ciudad.

Con las entradas agotadas y sin posibilidad de acceder a la pista los más rezagados, se preveía un baño de masas en toda regla, al igual que ha sucedido en otras fechas de la gira. Había ganas de volver a ver encima del escenario a los de Berriozar tras el descanso prolongado que siguió al periplo en directo de ‘Las Aceras Están Llenas de Piojos’, algo que ya se mascaba en las espectaculares cifras de 7.000 asistentes en Valencia (una cantidad que repetirían en la capital vizcaína) o 10.000 en Badalona. Un arrase que parece acontecer cada noche con pasmosa naturalidad.

Pero el éxito no llueve del cielo, sino que hay que currárselo a base de un buen hacer a las tablas, que es como se van abriendo paso los más grandes y el único camino posible en una época en la que no se venden discos. Sin teloneros de por medio, MAREA apostaron fuerte con “Bienvenidos al Secadero” y acertaron de pleno, pues las chiquillas de las primeras filas estallaron de júbilo recitando cada estrofa a pulmón y demostrando que llevaban la lección aprendida de casa. A este respecto, destacar el ingenio imperante en varias pancartas, como aquella que rezaba: “Te cambio a mi amiga por una púa”.

El primer bloque se completó con “La Majada”, “Duerme Conmigo” y “En tu agujero”, todo del tirón, casi atropellándose unas con otras, manteniendo un ritmo frenético y sin permitir que bajara el pistón. Así deberían ser los recitales, a cañón, y sin monsergas ni brasas inútiles.

Estaba claro que caería al completo el reciente ‘En Mi Hambre Mando Yo’, que por su carácter continuista no desentonó entre el resto del repertorio, e incluso alcanzó cimas memorables en “Canaleros” o “El día que lluevan pianos”, que fueron coreadas como si fueran auténticos clásicos. Para evitar drásticos recortes, Kutxi y compañía tienen la solución más democrática de todas: tocar más tiempo hasta superar con soltura las dos horas y problema resuelto.

Con todo, nos unimos al conjunto de los que reclaman “Nana de Quebranto”, un corte que por la fuerza que adquiere en el cara a cara no merece ser dejado de lado. Del mismo modo, un interludio acústico en plan el que hacían en la anterior gira con Alén en el cajón en “Los Mismos Clavos” tampoco habría desagradado por aquello de romper un poco la incesante dinámica.

Lo que sí que no ha cambiado un ápice en intensidad es el show de El Piñas, que se vuelve a consolidar como uno de los momentos clave del bolo, y que a las habituales “Alfileres” y “Trasegando” ahora se atreve con un tema más: “Con la Camisa Rota”. Un acierto que no se limiten siempre a los cortes antes mencionados y vayan introduciendo variaciones en este esperado tramo. Normal que el personal estallara en sonoras ovaciones.

Y “Ciudad de los Gitanos” se recibió con la emoción debida, al igual que “Barniz”, “esa tan vieja que gusta tanto a la gente”, según la definió Kutxi, que por cierto aquella noche estuvo sembrado plagando de ocurrencias el recital y no dudó en bajarse al foso en “El Perro Verde” para ceder el micrófono a los pobladores de las primeras filas. Se acordó de los compañeros de gremio y mandó abrazos a Txus de Mago de Oz y a Iñaki Antón ‘Uoho’ (Extremoduro), ambos en la zona VIP.

Reservaron para el remate una mezcla de novedades con “Sobran Bueyes” y “Pedimento” e inevitables del calibre de “La Rueca” o “Como los trileros”, donde se echó en falta la presencia de Martín Romero, aunque Kutxi se encargó de su parte de una manera bastante competente, otorgando la dignidad suficiente para cerrar con altura.

Volvieron a petición popular con “Romance de Jose Etxailarena”, después de que el carismático vocalista aprovechara para presentar a la banda dedicando a cada miembro encendidos elogios y sin olvidarse del equipo tras las bambalinas, que salieron al escenario para recibir aplausos. “Como el viento de poniente” y el homónimo “Marea” sirvieron para finiquitar un recital que ya superaba con creces las dos horas y que Kutxi despidió deseando que “vuestra vida sea un viaje en patera hacia un futuro nada incierto, la libertad, vuestra libertad.”

Definitivamente, el que todavía no se haya dado cuenta de que se trata de uno de los mejores grupos que se puede ver en directo en la actualidad debería hacérselo mirar. Un repertorio vigoroso y trepidante que compensa el dinero invertido al abarcar sin racanismos desde los inicios hasta el último lanzamiento. En el panorama nacional ellos mandan con un dominio casi absoluto.

 Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

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