CRÓNICA DE SONISPHERE MADRID

Auditorio Miguel Ríos, Rivas

Era una incógnita cómo funcionaría el primer Sonisphere en la capital a una sola fecha, sin acampada, con cambio de ubicación y encima cayendo en viernes. Había motivos para pensar que la concurrencia, desviada en parte a Barcelona donde el festival se celebrara en sábado, pudiera resentirse, pero a la postre esos factores no fueron óbice para que acudiera allí gente de otras provincias (que son los que al final marcan esa diferencia de 10.000 de más o de menos que separan al éxito del fracaso) e, incluso, del extranjero. Cerca de 28.000 personas le dieron un colorido estupendo a un recinto que, sin llegar a llenarse, lucía buen aspecto tanto en pista como en grada. Por cierto que salimos ganando con este enclave con forma de enorme anfiteatro en el que ya se celebra En Vivo.

Arrancaron un par de minutos antes del tiempo estipulado Voodoo Six (15:05), los “enchufados” de Maiden en la presenta gira europea, también ingleses y, curiosamente, banda en la que tocó Richie Faulkner, actual guitarrista de Judas Priest. Su sonido tiene bastante de stoner-rock y aun así obtuvieron una buena respuesta, lo cual me hizo pensar en cómo, al envejecer el público de la Doncella (sigue arrastrando muchos chavales, pero hoy en día somos mayoría los de 30 para arriba), ha madurado mucho sus gustos. En el 2000, en Las Ventas, se ninguneó a los Spiritual Beggars de Michael Amott, banda del mismo género que abrió el concierto de los de Harris. Hoy la gente seguía con agrado las evoluciones de esta formación que salió a escena con una sinfonía marcial de fondo antes de arremeter con “Falling Knieves”, el tema que abre su último y recién estrenado plástico ‘Songs to Invade Countries To”. Como todos los grupos diurnos, sufrió un viento que hacía oscilar el sonido. A modo de prevención, las pantallas laterales ondearon a media asta en los primeros conciertos.

Otros temas interpretados fueron “Sink or Swim” o “Take the Blame”, de su anterior trabajo ‘Fluke?’ (2010).

Muy bueno el guitarra Chris Jones, que usaba una combinación de efectos en algunos de los solos con la que parecía que hubiera otro hacha doblando sus virguerías.

Las primeras filas son para los que pagan el Black Circle, que como saben que tienen su sitio cercano asegurado, la mayoría no tienen prisa por llegar. Debe ser muy extraña la sensación desde el escenario de tener tan solo a unas decenas de personas debajo y una multitud a 15 metros, así que, muy acertadamente, la organización permitió que el público de a pie accediera a esa zona reservada en horas tempranas.

No pude ver a October File porque me coincidió con entrevistas a Newsted y Ghost de las que pronto tendréis noticias, mismo motivo por el que solo llegue a ver unos cuantos temas de unos Red Fang que también se mueven en terrenos del stoner rock.

Tierra Santa comenzó con “Más Allá de la Vida” y la pobre reacción de la gente vino a constatar que su último disco, ‘Mi Nombre Será Leyenda’, ha pasado muy desapercibido. Además es un tema con poco ritmo para abrir boca. De hecho, aunque le siguiera “La Leyenda del Holandés Errante”, a la gente le costó meterse en el concierto. Sonaron entre otras en el tramo intermedio del show “Héroe”, también de último cuño, y “Una Juventud Perdida” con la intro de un Juanan Sanmartín al que se le escuchó mejor que en otros conciertos que le he visto a los riojanos, en los que las teclas apenas se apreciaban.

Al final, “Legendario” y “La Canción del Pirata” salieron al rescate y entonces sí despertamos.

El show de Newsted y su banda fueron la sorpresa agradable de la jornada. No sé a qué viene la intro rap, porque lo que hace el grupo que lleva el nombre del ex-bajista de Metallica, ahora también cantante, es metal y más metal. El thrasher “Soldierhead” lo conoce y recibe con algarabía parte del público.

Es el primer concierto en Europa del grupo y también el primer concierto ante tanta gente para dos de los músicos, pero Jason tiene muchas tablas y ha vuelto con ganas, así que nos jalea para que acompañemos el ritmo del tema con sonoros heys. El guitarra rítmico Mike Muschock (Disturbed) no para de agitar la cabeza de lado a lado. También Newsted le da al headbanging en algunos momentos del show a pesar de que tanta excitación le ha causado problemas de espalda, hombros y cuello en el pasado.

Tocaron varios temas nuevos de lo que será su debut en largo en agosto, entre ellos “Heroic”, “As the Crow Flies” y un rápido “Long Time Dead”. De su EP sonaron un cadente “Godsnake”  que se me hace un poco largo y un “King of the Underdogs” de riff sublime, a la altura de la banda en la que se hizo famoso, que también fue celebrado por los que conocían el EP. Más aún nos encendimos cuando se fundió con el fragmento post-solo de “Creeping Death”, uniéndose todo el público para acompañar esos característicos die que son siempre uno de los momentos más emocionantes en los conciertos de Metallica. Fue solo un fogueo, pero sí tocarían entero “Whiplash” para alegría de los presentes, que los despidieron con su total aprobación.

Los comentarios de Jason entre tema y tema destilaban alegría por estar en la brecha de nuevo y alimentar la alianza entre sus “hermanos y hermanas del metal”, y visto lo visto, parece ser que ha vuelto para quedarse.

En el extremo contrario, el espectáculo de Ghost. La banda de moda en el panorama metálico internacional, no estuvo a la altura de las expectativas ni de sus fans ni de los que habían oído campanas. Era la única banda que repetía con respecto al año pasado, pero en 2012 actuó en horas de poca relevancia y esta vez su posición en el cartel, justo antes de Maiden, era de enorme responsabilidad. Entonces fueron una de las sensaciones y aquella incursión supuso su puerta de entrada a España, pero esta vez no convencieron.

En esta nueva etapa el grupo ha cambiado el blanco por el negro en sus atuendos, y Papa Emeritus, ahora Para Emeritus II, ya no sale con incensario. Eso sí, muy simpático el que su mitra se ilumine durante algunos momentos del show. Pero esto son detalles menores, la parafernalia escénica de la banda donde ha de paladearse es en sala cerrada, el verdadero problema de su actuación es que no lograron que las canciones de su último álbum, “Infestissuman”, tuvieran la fuerza que se le requiere a un concierto de heavy metal. La intro, “Masked Ball” de Jocelyn Pook, sonó más maléfica que “Infestissuman” y “Per Aspera Ad Inferi”, y durante su show siempre me dio la sensación de que voz y teclas estaban en un plano y el resto de instrumentos en otro. Además, aunque sea ahora cuando viven su pico más alto de popularidad e impacto mediático, todavía está por verse si su segundo trabajo los encumbra o no, en mi caso, me parece que no hay ningún tema -ni el single “Secular Haze” ni “Year Zero”, en el que alternan coros eclesiásticos con un ritmo cuasi-techno- tan bueno como “Con Clavi con Dio”, de su primer LP; y no lo digo por su dureza, “Ritual” también es melódico y sin embargo su punteo final sigue llegándome más que las composiciones recientes.

En cuanto a Iron Maiden, después de haber publicado ya sendas crónicas de su paso por Bilbao y Lisboa, no voy a ser muy detallista, pero sí quiero resaltar que me parece un error que el grupo salga siendo todavía de día. No me cabe duda que es por decisión propia porque tienen potestad para elegir cuándo, cómo y dónde. El que además, en esta gira que rememora la época de ‘Maiden England’, comiencen con “Moonchild” (“Hijo de la Luna”) cuando tenemos al sol poniente deslumbrándonos, suena casi a chiste. Por otro lado, el sonido no fue bueno, lo cual también deslució un tanto un espectáculo que, en lo visual, sobre todo una vez que se hizo de noche, no decepcionó para nada, sino todo lo contrario. Fue genial ese Eddie confederado peleándose con Janick en “Run to the Hills” o el reencontrase con el Eddie gigante de corazón palpitante en mano, el de la portada del ‘Seventh Son of a Seventh Son’, durante la interpretación de “Iron Maiden”. Qué bien Adrian con los coros en “Can I Play with Madness” o cómo mola verles tan teatrales y progresivos en un “Seventh Son of a Seventh Son” que solo podíamos volver a disfrutar en directo en una ocasión como esta. También fue bonito saborear otras canciones poco habituales en los últimos años y a su vez fuera del contexto de ese disco como “The Prisoner” o “Afraid to Shoot Strangers” con sus bellísimas melodías de guitarra.

En cuanto a la entrega de la banda  -qué manera de saltar Harris durante “2 Minutes to Midnight”- estuvo tan dinámica sobre las tablas como siempre, con los mismos rituales escénicos que no pueden faltar en sus conciertos, a saber; la bandera en “The Trooper”, los “Scream for me Madrid”, Janick estirando la pierna en un lateral, Steve disparándonos con su bajo, la sonrisa bonachona de Murray.... y aunque Bruce sufre y no llega en algunos compases, hay que reconocerle el mérito de seguir enfrentándose a esas canciones a su edad.

Poniéndolo todo sobre la balanza, fue un buen concierto, pero lo normal es que, con todo a su favor, Maiden hubiera sido el gran triunfador, y no me llevé a casa esa sensación.

A mí el grupo que más me gustó fue Anthrax, puede que el hecho de que llevara 23 años sin verles en directo influyera (curiosamente fue abriendo precisamente para Maiden en el Palacio de los Deportes), pero lo que nadie puede negar es la nitidez y pegada de su sonido, así como las ganas que le pusieron desde el principio con “Among the Living”. El trepidante ritmo de “Caught in a Mosh” es seguido por el aplastante riff de “I am the Law” y ya nos tienen ganados. “In the End”, de su muy recomendable ‘Worship Music’, rebaja un poco la intensidad, pero se ganan el corazón de todos con su versión de AC/DC “TNT”, rubricada con un guiño a “Back in Black”. “Smoke of marihuana, ¡me encanta!”, suelta un Joey Belladonna que conserva intacta su voz antes de que presentar “Indians” –se echa de menos su penacho de plumas, en su lugar se calza un gorro de lana- y que Benante comience su característico redoble de timbales.

Otra versión, “Got the Time” (Joe Jackson) puso aquello patas arriba, y de “Fight’em ‘til You Can’t”, con un magnífico trabajo de coros, saltamos a la vacilada rapmetalera “I’m the Man” en la que conjugan a la perfección sus voces cobrando mucho protagonismo el bajista Frank Bello. No la terminan y de tan simpático momento pasan a tocar el comienzo de “Raining Blood” de Slayer en homenaje a Jeff Hanneman. De ahí al “Antisocial” de Trust y se bajan del escenario con los deberes hechos y muy bien hechos.

En mi opinión, en la actualidad es la banda más en forma, tanto en directo como en disco, del Big Four, aunque Megadeth también hizo un señor concierto. Los temas más duros del grupo suelen generar bola en vivo, pero esta vez el sonido no fue tan farragoso. La producción visual está muy currada, las tres pantallas propias que traía el grupo consigo emitían brillantes imágenes en rápida sucesión que acompañaban la música y hacían que, como los insectos con los fluorescentes, no pudiéramos quitarle ojo al escenario.

El repertorio fue un poco raro. De primeras cayó “Trust” y luego “Hangar 18”, para pasar a “Kingmaker” de su inminente nuevo álbum y un relativamente nuevo “Public Enemy No. 1”. Volvimos a los clásicos con “A Tout le Monde” y, como reminiscencia del tour que hicieron conmemorando los 20 años de ‘Countdown to Extinction” tocaron del tirón el tema título, un inesperado “Architecture of Aggression” y el predecible “Sweating Bullets”.

Las pantallas pasaron a emular muros de Marshall (me imagino que será la marca de amplificación la que costee tan lujosa producción) en algunos temas como el que da nombre a su nuevo álbum, un cuestionado “Super Collider” que bajó un poco los ánimos. Pero estaba bien ubicado, justo antes de la traca final: un acelerado “Symphony of Destruction”, “Peace Sells...” con la aparición estelar de Vic Rattlehead y, a modo de bis -habiendo regresado al escenario antes que el resto Mustaine para recibir todos los aplausos y alimentar un poquito su ego- “Holy Wars”. Como es tradición, se despidieron saludando todos juntos y, como en el caso de Anthrax, con el semblante en la cara del trabajo bien hecho.

Poco a poco se habían ido acumulando retrasos, de manera que Avantasia salió tres cuartos de hora más tarde, hacia las 02:45, con parte del público habiendo abandonado ya el recinto. He de reconocer que, después de la doble dosis de thrash, me daba un poco de pereza enfrentarme a un espectáculo tan pomposo, pero al mismo tiempo era consciente de que no es fácil ver este proyecto paralelo en directo, de hecho nunca antes había recalado en Madrid Tobi con él. Al final, como ese caldito que se tomaban nuestros mayores después de haber pasado una noche de juerga, el concierto me sentó la mar de bien.

Tras la intro, “2001: Una Odisea en el Espacio”, un audio de excepción empezó a vislumbrarse en cuanto arrancó “Spectres”, si no me equivoco, única concesión a su último disco, y es que Sammet tuvo que recortar el set, supongo que tanto a petición de la organización como por interés propio en no abusar de las pocas fuerzas que le quedaban al personal.

Los cámaras para ese entonces estaban ya un poco somnolientos, con planos erróneos como enfocar a un guitarra afinando mientras que es el otro el que está punteando, pero lo importante fue el concierto en sí, espectacular. Tobi cantó como nunca le había oído en directo, muy bien apoyado por los dos coristas –el ex de Heavens Gate Thoma Rettke y Amanda Sommerville- y por supuesto acompañado de un desfile de estrellas que comenzó con la aparición de Ronnie Atkins (Pretty Maids) para “The Scarecrow”. Bob Catley de Magnum apareció por primera vez con “The Story Ain’t Over”, interactuando mucho con Tobi. Pero quien se llevó el mayor número de aplausos fue un descomunal Michael Kiske que se salió en la powermetalera “Reach Out for the Light”, bajándose al foso además. La canción es del primer disco de Avantasia, que fue el que más representación tuvo en el repertorio, con “Breaking Away” (aún con Kiske) y “Farewell” (bonito final a capella) concatenadas.

Queda por mencionar un Eric Martin (Mr. Big) que no pega ni con cola entre tanto vocalista europeo, pero que igualmente canta como un querubín en “Dying for an Angel”.

Como grand finale, con todos los músicos sobre el escenario interpretaron “Sign of the Cross”, también del debut.

Tobias no se cansó de repetir que esto fue el esbozo de lo que es un show de Avantasia y que volvería para hacer un set entero. Le tomamos la palabra.

Y hasta aquí un Sonisphere que, a pesar de los recortes, brilló y mucho en el plano musical.

Texto: Juan Destroyer

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@juandestroyermr

Fotos: Fabián Oviedo

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