THE ADOLESCENTS: RABIA JUVENIL

Kafe Antzokia, Bilbao

The Adolescents

En la historia de la música siempre ha existido un impulso irrefrenable de rebelarse contra los mayores, eso que en el mundo anglosajón se conocía como ‘teenage angst’ y que hace referencia a ese habitual empecinamiento en llevar la contraria característico de la pubescencia. Algo de eso podemos encontrar en obras maestras como ‘Tommy’ de The Who, ‘Bat Out of Hell’ de Meat Loaf o gran parte de la temprana producción de Springsteen, caso del tema “Spirit In The Night”, que evoca una noche de sexo, alcohol y libertad total de un grupo de adolescentes.

Herederos de esa tradición glorificadora de tan tierna edad serían los californianos The Adolescents, casi coetáneos de Dead Kennedys y precursores de toda una legión de imberbes que lo fliparía con Green Day, NOFX, The Offspring y demás productos un tanto alejados de la raíz punk hardcore original. Que se desbandaran tras su fundamental debut de 1981 no supuso inconveniente alguno para que protagonizaran en el futuro unas cuantas reuniones más y adquirieran estatus de banda de culto entre las nuevas generaciones con crestas de colores.

Cuesta llenar una sala en pleno verano con fiestas patronales por doquier que ofrecen mil y un conciertos por la cara, pero pese a que en un principio apenas se superasen las veinte personas se consiguió al final una afluencia digna para salvar los muebles. Con todo, si de verdad existiera cultura musical deberían haberse acercado auténticas muchedumbres, pues no todos los días coinciden en un mismo escenario dos leyendas del punk.

Teníamos un entremés de lujo con el mítico cantante de The Adverts, TV Smith & The Bored Teenagers, un cincuentón que disparaba verborrea a lo Johnny Rotten, lanzaba patadas al aire y se movía cual borracho desfasado. Tal vez se le pueda acusar de vivir de las rentas de un repertorio que supera la treintena, aunque es de justicia que se sigan divulgando píldorazos nihilistas como “No Time To Be 21”, “Newboys”, el homónimo “Bored Teenagers”, que da nombre a su banda, o “Gary Gilmore’s Eyes”, que allá por el 77 causara controversia al tratar sobre el deseo de un asesino en serie de donar su cuerpo a la ciencia. Una lección de historia.

Y no menos magisterio podrían impartir The Adolescents, que repartieron desde el inicio estopa punk hardcoreta de su debut con “No Way” y “Who is Who”. Lo suyo no era ni el glamour ni los alardes visuales, el histórico voceras Tony Cadena se paseaba en plan ‘El Gran Lebowski’, igual que si estuviera en el salón de su casa, fijo que si alguien meara en su alfombra ni se inmutaría. Se limitaba a cabecear levemente en señal de aprobación mientras miraba al infinito. Muy grande.

Con un sonido apabullante, no tardaron en brotar los pogos por ahí, aunque era curioso que los temas con mayor aceptación fueran los del pasado hardcoreta en detrimento de los últimos álbumes con un sonido más cercano a Social Distortion, caso de “Inspiration” o el trallazo “Forever Summer”. No cabían charlas inútiles, solos, batucadas ni otras sutiles maneras de perder el tiempo, tocar y punto, esto es, punk a la vieja usanza. ¿En qué punto se perdió el norte en ese aspecto?

Los guiños a la piedra angular homónima tipo “Creatures” eran recibidos por grupillos enfervorizados que casi se comían el escenario y entonaban a pleno pulmón. Y si abajo había un fiestón tremendo, con alguna que incluso bailaba como si sufriera ataques de pulgas descontrolados, los californianos tampoco necesitaban moverse mucho o desplegar una técnica inaudita para que el público comiera de su mano. A veces menos es más.

Prueba de que el material reciente no andaba necesitado de agallas eran “Serf City”, con punteos directos al tuétano para levantarse del asiento, o “A Dish Best Served Cold”, de su último largo ‘La Vendetta’ y que muestra su capacidad para reinventarse y adaptarse a los tiempos en clave netamente rockera. Han evolucionado con cabeza y la dignidad intacta.

Como se podía esperar, su himno “Amoeba” desató el frenesí antes de que condescendieran un mínimo a la melodía en “Let It Go”. De principio a final a tope de revoluciones y la apabullante “Kids of the Black Hole” no constituía una excepción en un recital sin tregua. Para los bises, tampoco defraudaron y volvieron con el “I Got A Right” de Iggy Pop & The Stooges tocada con tralla hardcore para despeinar al más pintado. Y el pepinazo “Brats In Battalions” sirvió de epílogo a un bolo corto, de apenas una hora, pero de una intensidad que pocos virtuosos alcanzarían. ¿Quién necesita tediosos ombliguismos para alcanzar el cénit?

Fue una clara exhibición de rabia juvenil con unas ganas que patearían culos a miles de jovencitos con más años que Matusalén en el espíritu. Allá por 1977 se solía distinguir entre los punkis universitarios en plan Buzzcocks, grupos de estudiantes surgidos a partir del éxito de Sex Pistols, y los llamados punkis de ‘pedigrí’, tipos de malvivir con alergia a los centros educativos y principios inquebrantables, como Mark E. Smith de The Fall, por ejemplo. Aquella noche hubo ostentación de pura raza.

Texto: Alfredo Villaescusa

Foto: Marina Ruano

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