LEÓN BENAVENTE: LA MALDICIÓN DE LAS ETIQUETAS

25 agosto, 2014 1:57 pm Publicado por  2 Comentarios

León BenaventeKafe Antzokia, Bilbao

 A veces es necesario poner un poco de orden en el caótico universo. De ahí nace el empeño por categorizar, encender una antorcha en la plena oscuridad de la ignorancia, tomar de la mano a los que se atreven a adentrarse en profundidades musicales ajenas. Pero si bien es encomiable este esfuerzo divulgativo, no debería serlo el exceso, ese afán por cerrar la puerta del armario a la fuerza, aunque sobresalgan los bordes y su inclusión en dicho compartimento rechine por completo.

Eso les ha sucedido a León Benavente, considerado por muchos un supergrupo ‘indie’, pese a que ellos se muevan en un páramo sonoro de influencias inabarcables que van desde la psicodelia o el krautrock hasta el post punk o el rock melodramático de autor a lo Javier Corcobado o Nacho Vegas. De hecho, su vocalista Abraham Boba toca el teclado con el bardo asturiano.

Crecidos por el rule que se han pegado por la piel del toro y que cristalizó con su actuación en el templo del hipsterismo Sonorama la semana pasada, volvían a la capital vizcaína, unos meses después de su primera visita, a un recinto de mayores dimensiones, más acorde al grado de popularidad adquirido tras patearse salas durante meses. Un escenario, que tal y como confesaron a lo largo del recital, disponía de cierta magia, ya que sus miembros lo habían pisado por separado en repetidas ocasiones con sus respectivos grupos, pero nunca todos juntos.

Para encontrarse la ciudad inmersa en plenas fiestas y con conciertos gratuitos por doquier, los interregionales lograron una afluencia considerable compuesta mayoritariamente por chicas de buen ver que se hacían las interesantes y bailoteaban casi copando las primeras filas. Destacar asimismo la presencia de los chicos de Belako, uno de los combos más prometedores de la escena local que facturaron un bolo de órdago en el último BBK Live y que ahí andaban pegando unos saltos que se verían en lontananza.

Y en el grado de entrega sus paisanos estilísticos Yellow Big Machine tampoco se quedaron cortos, pues lo mismo le daban al rock alternativo en plan Pixies que a la distorsión abrasiva shoegaze o estallaban en rabia post punk que incitaba pogos, y por supuesto, no se olvidaron del bajo taladrante a lo Joy Division. Una versatilidad que no estaba reñida con su sobrada competencia a las tablas y que obliga a prestarles atención en un futuro. Ya es hora de que se haga música alejada de los clichés habituales impuestos por el terruño.

Comentaba el batería César Verdú antes del bolo el hecho de que mucha gente se sorprenda por la potencia de los conciertos de León Benavente, un contraste realzado quizás por el sonido un tanto ‘edulcorado’ del debut. No sería sin duda el primer caso en que un redondo no consigue capturar la intensidad del directo, prueba de fuego ante la cual debería ensalzarse un grupo o condenarlo a los infiernos.

Bajo una leve neblina y una atmósfera envolvente, comenzaron con una reflexión llamada “Década”, que en lo musical entronca con She Wants Revenge, Interpol y toda la cohorte de adoradores de Ian Curtis, mientras que en lo espiritual bien podría inscribirse junto a los movimientos sociales surgidos al calor de las últimas elecciones europeas. Por algo cantan “lo que está claro es que algo tiene que cambiar…o se irá todo a la mierda”, fiel reflejo de esa necesidad de acabar con el régimen del 78 y de instaurar un proceso constituyente de arriba abajo.

Miraron hacia el interior en “Estado de Desolación” y en “Las Ruinas” vislumbraron un futuro poco esperanzador si seguimos el rumbo actual. Hay bandas que son indudablemente producto de la época que les ha tocado vivir, caso de Eskorbuto por ejemplo, que retrataban como nadie ese Bilbao gris e industrial de principios de los ochenta. León Benavente tampoco viven en una burbuja y sus letras respiran la frustración de los recortes, la corrupción generalizada, el rescate a los bancos, la dictadura económica de la troika o el drama de los desahucios, mechas capaces de provocar la explosión en cualquier momento.

Y “Rey Ricardo” puso las espadas en alto, con Abraham Boba dejándose la voz y César aporreando la batería con disciplina marcial, de hecho, este último es seguramente el responsable de que en el tú a tú suenen más contundentes que en estudio. Los meten a menudo en el saco del indie, pero a día de hoy uno todavía no ha visto ningún grupo de ese palo que le ponga tantas agallas a las tablas.

La parroquia no era de piedra, y ellos ante el entusiasmo general se crecían, algo palpable en la cantidad de gente entonando sus incendiarias letras, de lo mejor que se ha escrito en años. “Revolución” podría sin problemas convertirse en un himno para acabar con la casta gobernante y la versión de Ilegales “Europa Ha Muerto” se antoja tan actual como si hubiera sido compuesta ayer mismo. Otros grandes del rock estatal que habría que reivindicar con mayor frecuencia.

Es una pena que todavía no tengan tanto repertorio para hacer un recital de esos de copa y puro, porque para cuando nos queríamos dar cuenta volvían para los bises con “Todos contra Todos” y “La Palabra”, todo un manual de supervivencia sentimental que debería estudiarse en escuelas. Y para finiquitar nada mejor que el in crescendo experimental de “Ser Brigada”, en el que el voceras Boba abandonó la sobriedad y el malditismo para sumergirse en multitudes y transformar aquello en un fiestón.

Tal vez existan lectores suspicaces influenciados por esa maldición de las etiquetas colocadas sin criterio ni justificación alguna o por cualquier otro prejuicio, aunque los fans de la pomposidad y elegancia de Héroes del Silencio podrían gozar perfectamente con la propuesta de este combo interregional destinado a sacudir los cimientos del panorama español. Hay un nuevo centro en la península ibérica.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

Redacción
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2 comentarios

  • Juandie dice:

    Quizás los enfoquen en el movimiento "indie" pero esta jodidamente claro que esta banda llamada LEÓN BENAVENTE arrasó a su manera en bilbo con muy buenos músicos en sus filas.Me ha encantao disfrutar leyendo su crónica en tierras vascas!!!

  • pedro luna dice:

    el batería era el de schwartz...casi nada...las letras son una caña, no tienen desperdicio y es lo que todos queremos oir y nadie se atreve a decir; sin embargo al cantante le falta un poquito de humildad; habrá que ver el 2º si sigue en la linea

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