POL POT + 1991: ENERGÍA HIPNÓTICA

24 marzo, 2015 6:03 pm Publicado por  1 Comentario

Sala Sentinel, Erandio (Bizkaia)

intpolpotNunca nos cansaremos de alabar el coraje tremendo que demuestran cada ciento en viento esos pequeños promotores, asociaciones o simplemente grupos de amiguetes que se atreven a montar bolos al margen de los circuitos oficiales. Una labor más que necesaria para dar a conocer géneros que la mayoría del personal ni siquiera acertaría a definir si les preguntamos por ello y que sin la ayuda de estos cruzados de la cultura quedarían sepultados en las catacumbas hasta que la tribu de gafapastas de turno los descubriera y los empezara a alabar como si fueran los primeros en escuchar semejante exquisitez.

Es lo que pasa con el rollo post punk, un palo que va escalando puestos en cada edición del Primavera Sound, aunque lo cierto es que todavía no se atreven a profundizar y prestar atención a la actual escena patria de un nivel impresionante que componen Antiguo Régimen, Tercer Sol, Belgrado, Biznaga o los aragoneses que nos ocupan en esta crónica. Toda una muestra de talento desbordante que no entiende de modas ni de los gustos imperantes del momento, por mucho que a veces los indies permanezcan al acecho.

Fieles a la filosofía autosuficiente, los zaragozanos Pol Pot se presentan con una inquietante frase en su bandcamp: “Nuestro fin último es el hipnotismo de cuanto hay, para convertirlo todo en diminuto, tragar y descomponer el tiempo.” Y para los que se lo estén preguntando, su nombre de dictador comunista rinde homenaje al fracaso de los sistemas de creencias, llámense religiones o ideologías. Puro nihilismo.

Esa noche además comenzaban en el norte una gira europea que les llevará por Reino Unido, Alemania, Francia y Suiza, países sin el atraso cultural endémico de la península que ya han puesto su mira en el boyante panorama post punk nacional y algunas publicaciones ya los han incluido en listas de bandas que se deberían conocer. Aunque lo cierto es que también se fijan en detalles tan pintorescos como que tres de sus miembros se llamen Carlos.

Pensando que andaríamos por ahí cuatro y el del tambor, fue toda una sorpresa llegar y encontrarse un local abarrotado de lobeznos punkis, hardcoretas veteranos tatuados hasta las cachas, una camiseta de Weezer, e incluso un chaval con indumentaria de brigadista que seguramente habría escuchado mucho The Clash. Y por supuesto, ese parche de Warsaw, la banda embrión de Joy Division, que ya le debería ganar el cielo al cantante de los protagonistas de la velada.

Calentaron los veganos militantes de 1991, con su sonido entre los primeros The Cure y The Smiths, aunque dejen también entrever la influencia de The Chameleons en las guitarras cristalinas. Superiores a la ocasión precedente que les vimos, en especial en el apartado instrumental, todavía nos sigue chirriando un poco la voz, algo que se notaba en demasía en el obligado homenaje de “Meat Is Murder” de Morrissey y compañía. Su excesivo proselitismo a la causa animalista es toda una rareza en su estilo, pero lo cierto es que continúan mejorando en cada actuación.

En la época de las redes sociales labrarse una fama con los directos como única arma es algo encomiable. Eso es precisamente lo que hicieron Pol Pot en su Zaragoza natal, donde el personal todavía recuerda sus míticos bolos en Arrebato o el Bar Berlín, locales en los que aseguran que “no cabía ni una gota de sudor”.

Y dadas las dimensiones del garito, podría decirse que aquella noche no anduvieron muy lejos de repetir tal hazaña en la localidad vizcaína de Erandio, pues los ánimos estaban expectantes desde el comienzo con “Poison Ivy”, que ayuda a entrar en materia con su atmósfera asfixiante deudora del “Decades” de Joy Division. Una montaña rusa de subidas y bajadas de tensión en la que ya se intuye su fijación por los estados alterados de conciencia, la sugestión inducida a palo seco, sin drogas, alcohol ni alucinógenos de por medio.

Un cantante impresionante entre Ian Curtis, Jim Morrison o el Ian Astbury de Southern Dead Cult, con una voz que reverberaba a su paso, era el ingrediente fundamental para recrear esa época de finales de los setenta en que las fronteras musicales apenas existían en determinados géneros, o por lo menos se estaban formando al margen de compartimentos estancos posteriores. Precisamente, esa negación a definirse o encasillarse en un término o movimiento en concreto ya les ha jugado alguna mala pasada, como cuando en una emisora local les aconsejaron que se cambiaran de nombre, ignorantes con toda probabilidad de la ambigüedad calculada que ya utilizaban en el Reino Unido figuras como Death In June, pioneros en dar una vuelta de tuerca a aquel embriagador sonido de sintetizadores y bajos taladrantes.

Pese a su enfoque trascendente, estos aragoneses conservan intacta una garra punk que entronca con los The Damned del ‘Phantasmagoria’, no en vano sus miembros provienen de la escena hardcore y eso se trasluce tanto en actitud, como en el empuje de ciertos temas, caso del homónimo “Strangeness” que da título a su último disco. Las guitarras empero renunciaban en ocasiones a la crudeza para acercarse a los tonos evocadores de The Chameleons, una evolución en la que sin duda les habrían acompañado algunos seguidores con crestas de las primeras filas.

Y en los punteos de “So Older” recordaron sobremanera a Siouxsie & The Banshees, otro de los pilares del género, pocas veces se puede fundir con semejante maestría descaro punk con ese poso psicodélico que proporcionaba el colchón de teclados. No tenía nada que ver con el himno de idéntico nombre de Siouxsie y compañía, pero “Spellbound” fue uno de sus momentos álgidos, legando tenebrosidad y frenetismo, a la par que el voceras demostraba su versatilidad al ser capaz de escupir bilis a lo Johnny Rotten o insuflar profundidad y agonía cuando el momento lo requiere.

No se estiraron demasiado en el repertorio, un par de álbumes tampoco dan para mucho, aunque ofrecieron un tema inédito llamado “Underground” que esperan sacar a la luz algún día. Y el aire fronterizo de “The One” devino en una suerte de mantra repetido por el vocalista a lo Danzig con fidelidad ensimismante. Puro ímpetu.

Muy buenas sensaciones, en definitiva, las que nos produjo este interesante combo sin complejos que no entiende de limitaciones de ningún tipo. Imposible apartar la vista de ese imaginario punto indefinido y evitar así sucumbir a la energía hipnótica que desprenden en cada acorde, cada tono, sin descuidar la debida rabia del palo. ¡Abrid los ojos!

TEXTO Y FOTO: ALFREDO VILLAESCUSA

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Interesantes bandas tanto POL POT como 1991 que en su respectivos show en erandio dieron muy dignas actuaciones cada una con esas influencias del rock gotico ingles y el punk.La verdad que algunas veces los promotores de nuestro país no saben apreciar la calidad que abunda en nuestro país, por eso POL POT tiene mas tiron en Centroeuropa que aquí!!!

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