AMARANTHE + ENGEL + SANTA CRUZ: INTENSITOS

30 marzo, 2015 3:22 pm Publicado por  1 Comentario

Sala Rock Star, Bilbao

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Elize Ryd (Amaranthe) | Foto: Cristina Mosquera

Hay un término que últimamente hace furor en las redes sociales y define una actitud impostada que encuentra fácil acomodo en esos textos almibarados que por su inefable cutrez provocan vergüenza ajena. Sí, hablamos de los que van de intensos por la vida, tipos que se cuelgan la medalla de poeta por el privilegio de verter sus sentimientos en estado puro. No nos interesaba en absoluto, pero gracias por su aportación. Un fenómeno que ha servido para que el diseñador gráfico Jesús Malpartida parodie en una antología llamada precisamente ‘Intensitos’ a todos aquellos que no tienen pudor ni decencia alguna a la hora de escribir. Una auténtica labor social.

En esta categoría entraría sin duda el espectáculo que contemplamos aquella noche con los suecos Amaranthe como protagonistas, una banda que en estudio suena razonablemente bien, pese a que a veces uno tenga la impresión de estar escuchando melodías pop aderezadas de otras cosas. Una sensación que se desdibuja en las distancias cortas al recurrir a múltiples partes pregrabadas y echar por tierra la intensidad y energía que debería haber en cualquier bolo, no solo de metal, sino incluso de rock. La prueba definitiva que establece una línea divisoria entre las propuestas honestas de verdad y las de mentira que venden humo.

Se trata de un hecho que, a tenor de lo que preguntamos por ahí, tampoco suscita excesivos reproches entre sus seguidores, ya que entienden que eso de recurrir a sonidos enlatados es una práctica común en el mundillo. Y un cojón de pato, que diría el gran Arturo Pérez Reverte. Lo cierto es que los entregados fans juveniles que poblaban la sala tal vez no estarían dispuestos a detenerse en semejantes sutilezas. Si uno cierra los ojos, no hay problema.

Con un respetable todavía reducido por la temprana hora, los glam metaleros fineses Santa Cruz legaron quizás el mejor recital de la velada, pese a no alcanzar el nivel que exhiben en disco. Pero su voceras Arttu Kuosmanen, con cierto aire a lo Mike Tramp, se desenvolvía de manera solvente y ante la parálisis total que parecía aquejar a buena parte del personal no dudó en bajar a la arena para incitar al desmelene. Y vaya sí lo consiguió, hasta le hicieron un corrillo mientras agitaba su cabellera rubia. Temas enérgicos tipo “My Remedy” o “Wasted & Wounded” casi los sitúan a la altura de compatriotas suyos como Reckless Love y certifican que sigue existiendo por esas latitudes todo un Sunset Boulevard escandinavo. Prometedores.

El remedo industrializado de Engel no nos sedujo demasiado en estudio, por lo que en directo obviamente tampoco. Alguien debería decirlo una vez más,  pero a estas alturas eso de alternar voces guturales con tonos melódicos está ya más visto que el mear y carece de la más absoluta originalidad. Eso no impide reconocer que los suecos gozaron de una acústica muy aceptable y se esforzaron por conseguir despertar a la adormilada peña. El problema reside en lo de siempre, te tiene que molar su rollo para disfrutarlos.

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Raúl Blanco, uno de los ganadores de nuestro sorteo de pases meet & greet para conocer a Amaranthe y Engel, posa con Elize Ryd en Madrid.

Para cuando irrumpieron Amaranthe a las tablas, ya se había alcanzado una afluencia bastante digna y los ánimos andaban tan caldeados que cada entrada a escena se recibió con una tremenda ovación, aunque ninguna fue mayor que la dedicada a la vocalista Elize Ryd, a la que incluso tiraron un pañuelo palestino del que enseguida se despojó probablemente porque no casaba demasiado con su indumentaria fina y elegante.

“Digital World”, de su último plástico ‘Massive Addictive’, fue la encargada de iniciar un show únicamente para fieles acérrimos a los que no les importa que lleven grabadas de casa infinidad de cosas. Sorprendió en un primer momento la peculiar distribución del escenario, con los tres cantantes al frente y el resto de la banda en un discretísimo segundo plano en el que apenas se atrevían a levantar la cabeza. Nos recordó a aquellas boy bands de antaño tipo Backstreet Boys o New Kids On The Block, donde la importancia se concedía en exclusiva a las voces y la presencia de otros instrumentos era poco menos que anecdótica. De forma similar pues, funcionan los de Gotemburgo, con los focos centrados en su trío vocal, algo absolutamente innecesario que podrían suplir con un solo cantante competente de verdad. Hay que decir empero que Elize cumple en los tonos, aunque a veces roce lo estridente. Se le nota que viene de esa escuela de divas nórdicas que desentonarían menos en La Scala de Milán que en un concierto de rock.

Pese a que comenzaron con cierta pegada con “Invincible” o “Razorblade”, para el quinto tema ya te cascaban el medio tiempo “Burn With Me” y encima tenías que aguantar que el voceras Jake E dijera que “la siesta se había terminado”. Menos mal, porque recurrir a un agarrado en un momento tan temprano podría provocar un brote considerable de somnolencia.

Por fortuna, volvió la cordura al repertorio con “1.000.000 Lightyears”, pero se esfumó con la misma rapidez con la empalagosa balada “Over and Done”, donde el rubito Olof Mörck se marcó un decente solo de guitarra, mientras sus compis levantaban los brazos en alto, otra costumbre recurrente la mar de curiosa, dicho sea de paso. ¿Invocarían al Altísimo?

La melodía buenrollista de “Afterlife” fue el preludio a la felicidad exultante de “Amaranthine”, cantada por el personal a pleno pulmón y caras de apuntarse a una ONG, no sin antes ralentizar de nuevo el ritmo con un solo de batería totalmente prescindible. “Call Out My Name” puso a la muchedumbre a botar como en cualquier discoteca de moda con sus sampleados y partes enlatadas. Y previamente a los bises sufrimos el espectáculo pueril de su bajista incitando a la congregación a decir “fuck” y levantar el dedo destinado a tal efecto, un caca culo pedo pis de lo más gratuito. No estamos preparados para esos niveles de erudición.

En los bises jugaron a ser Marilyn Manson con “Drop Dead Cynical”, un trampantojo de espíritu popero por los cuatro costados, por mucho que lo quieran aderezar de riffs contundentes y elementos electrónicos. Y ya en el colofón ‘intensito’, apelaron a los nobles corazones cediendo el micro a una niña que se sabía de memoria la letra de uno de los temas. Lo que faltaba, más ñoñería imposible. ¿La papelera, por favor?

En resumen, aquel despliegue de artificialidad nos recordó sobremanera a ese famoso episodio en que a David Guetta se le estropeó su pendrive y tuvo que suspender su ‘concierto’ durante veinte minutos. No queremos ni imaginar lo que hubiera pasado esa noche si alguna de sus ayudas tecnológicas hubiera hecho crack. Intensitos de verdad.

 

TEXTO: ALFREDO VILLAESCUSA
FOTO (MADRID): CRISTINA MOSQUERA

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Tres bandas con estilos parecido aunque lo suyo no fuese la caña de verdad hay que admirar que estuvieron a la altura en tierras vascas y eso si que tiene mérito no como otras bandas que se la dan de cañeras y luego en escena se dejan poco la piel.Que belleza la ELYZE RYD!!!

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