GWYN ASHTON: LA RELIGIÓN DE LA CARRETERA

24 junio, 2015 12:11 pm Publicado por  1 Comentario

Sala Satélite T, Bilbao

intgwynExisten ciertas actividades que no resulta de buen tono realizar solo, se ha demonizado la soledad hasta tal extremo que incluso parece más respetable quedarse en casa un sábado por la noche gozando de perfecto estado de salud que hacer lo que a uno le salga de los mismísimos sin rendir cuentas a nadie. Qué diríamos ya si a algún zumbado se le ocurre girar con la única compañía de sí mismo, casi incitando a la inevitable compasión colectiva, miren al tipo que no tenía amigos, adóptenle, por favor.

Unas terribles circunstancias que el guitarrista galés de nacimiento pero australiano de adopción Gwyn Ashton se debe pasar por el Arco del Triunfo. No solo porque disponga de un espectacular currículum de colaboraciones que echa para atrás, sino también porque la autosuficiencia forma parte de lo más profundo de su ser, como cuando en pleno desmoronamiento de la industria musical decidió fundar su propia discográfica y reducir su banda al formato de dúo, pese a que luego en directo tuviera que recurrir a viejos conocidos del calibre de Mark Stanway de Magnum.

Precisamente a estos últimos acompañó durante 39 fechas por Europa en 2011, encabezó el primer Festival de Blues de Brasil y en el pasado consiguió ejercer de telonero de figuras de relumbrón como B.B. King, Johnny Winter o Status Quo. Aunque la lista de estrellas con las que ha compartido escenario es casi inabarcable: Rory Gallagher, Ray Charles, Canned Heat, Wishbone Ash, Van Morrison… ¿Quién da más?

Pero las trayectorias tan prolíficas a veces no son garantía de nada, por lo menos en términos de asistencia, pues apenas se acercaron unas treinta o cuarenta personas. Era mala fecha, a las puertas del verano, y encima un día antes del Azkena, con el grueso del personal pensando ya en ZZ Top y demás colosos que visitarían las campas vitorianas en las jornadas siguientes.

Contra viento y marea se presentó Gwyn Ashton en plan hombre orquesta del blues, esto es, aporreando un bombo con el pie, cantando y tocando la guitarra, y en ocasiones hasta soplando la armónica, vamos, que no le sobraba tiempo al hombre.

Ya de entrada, dejó las cosas claras en la autoafirmativa “The Road Is My Religion”, una suerte de biografía en la que recuerda su voluntad de recorrer el mundo con una guitarra a cuestas y convertirse en un trovador que lo mismo se arranca con el rock n’ roll, el blues o el country. Un ánimo polivalente que esconde una sincera devoción por la música a prueba de bombas y decepciones.

Evocó a Dylan y a Robert Johnson al tiempo que desgranaba un cancionero muy decente, entonaba con sentimiento y de paso nos iba mostrando su impresionante colección de guitarras que situaba sin esconderlas en un lateral del escenario. Y por supuesto no faltó el característico micro vintage que utilizaba cuando se arremangaba los pantalones para sumergirse en las pantanosas aguas del Mississippi.

Elevando al altar la electricidad y las seis cuerdas, el galés también concedió espacio a la relajación. “Todas las bandas tienen temas acústicos”, se justificó aunque el intervalo sosegado no duró demasiado. Y en “Ain’t My Style” tiró bien de slide mientras tumbaba la guitarra en sus pies como si fuera un bebé.

A pesar de que se supone que presentaba su disco ‘Radiogram’, editado hace ya tres años, siguió dando bastante cancha a su celebrado trabajo ‘Prohibition’ de 2007 con “Get Up, Get Over It”, laureado en su día en la prensa musical y que contó con la colaboración en estudio de Chris Glen (Sensational Alex Harvey Band), Ted McKenna (Rory Gallagher, Gary Moore) y el no menos legendario Don Airey (Rainbow, Whitesnake).

En teoría, aquella noche había un grupo telonero, pero por algún motivo hubo que cambiar el orden de aparición, algo que no molestó en absoluto a este tipo humilde y simpático, que demostró en repetidas ocasiones que eso del ego de los artistas no va con él. Sus planes no parecieron alterarse lo más mínimo, al de hora y poco anunció que recogería el chiringuito y no hubo ningún problema, eso sí, no se olvidó de insistir en que después del bolo andaría por ahí por si a alguien le apetecía charlar con él. Tal vez se sintiera solo, la vida de anacoreta sobre ruedas debe ser muy dura.

Con el entusiasmo propio de un decorador de interiores, el amigo Gwyn continuaba haciendo alarde de instrumentos y hasta una chica pin up del público le señaló la guitarra con la que quería que tocara la próxima canción. Podría haber sido un gran comerciante, pero no necesitaba vendernos la moto, su producto estaba elocuentemente a la vista, un peculiar cóctel de blues, rock n’ roll, garaje, funk y un leve ombliguismo de guitar hero.

Y para despedirse de forma definitiva recurrió al populista “I Just Want To Make Love To You” de Willie Dixon, tema mítico de blues versionado hasta la saciedad con ejemplos tan notables como los de Etta James o The Rolling Stones, entre muchos otros, pocos seres humanos existirán sobre la tierra que no lo conozcan. Una revisión que lo acercó al siempre añorado Gary Moore y además sirvió para que el personal canturreara un poco.

Cada persona debería tener su propio culto, o por lo menos un conjunto determinado de creencias. Las de este músico de garito humeante hasta la médula no dan lugar a equívocos. Es la religión de la carretera, aquella que te permite marcarte sin despeinarte casi quince fechas en un país sin excesivas evidencias de entusiasmo previo. La verdadera fe inquebrantable.

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Redacción
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1 comentario

  • Juandie dice:

    Como me ha encantao leerme dicha crónica de éste buen guitarrista gales como es GWYN ASHTON en tierras bilbaínas al que solo le bastó su FENDER STRATOCASTER para realizar un pedazo de concierto sin necesidad de recurrir a ningún músico ajeno.Ójala venga otra vez a nuestro país y más con conciertos como el de aquella noche según he leído!!!

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